Otros
Los no tan familiares que asistieron al Águilas Blancas contra Pumas CU
Soy Mell Trillo, aficionada de corazón a las Águilas Blancas, no podía perderme el partido contra Pumas CU, uno de los clásico nacionales. La mejor oportunidad en años para derrotar a Pumas CU y en su estadio.
Yo llegué al Casco de Santo Tomás para apoyar a mis muchachos y demostrarles que su tribuna siempre fiel estaría con ellos.
El auto en el que fui iba atrás del camión del equipo. Todo estaba tranquilo y por Río Becerra los perdimos. El objetivo después de todo era llegar a CU y esa fue nuestra misión.
Nos estacionados en la alberca ya que a lado de CU no nos dejaban pasar. Ya en el estadio me comunicaba con mis otros ‘kanibales’, los cuales, nos dijeron que no los dejaban pasar de lado del estadio. Con Marco quedamos que si a las 9:30 no teníamos entrada nos regresaríamos al Casco a ver el juego.
‘Mcgiver’ se fue a investigar y nos pidió que hiciéramos operación hormiga hasta la entrada, que es por donde accesan los equipos. Ahí nos dieron las 10 y ya habíamos leído que gente de Pumas logró entrar y que nuestro no saldría al campo si ellos permanecían en las gradas.
Realmente a mí no me importaba quedarme afuera del estadio viendo el juego en el celular, yo sólo iba apoyar a mi equipo como buena loca que soy.
De repente llegó una autoridad de Pumas a preguntar si todos éramos familias de los jugadores a lo que respondimos que sí. Nos dijeron que por ser familiares nos iban a poder dar acceso, pero que no lo publicaremos en redes sociales o le hablaremos a alguien, todo por debajo del agua.
Nos explicaron que la gente de Pumas que estaba adentro eran familiares de los jugadores de quinto año y se suponía que eran dos boletos por jugado, pero eran casi 200 fanáticos, ¿acaso se despedía todo el equipo?. Pero bueno, nos dieron la entrada no sin antes ser custodiados por gente de la UNAM.
En cuanto pusimos un pie en las instalaciones del estadio se entonó el primer Huelum y el primer saludo a los Pumas por ya haber ingresado al estadio. Justo en unos de los túneles para ver el emparrillado cantamos el primer Cerveza y otro Hueleum.
Ya estando en las gradas nos querían dejar a la altura de la yarda 20 y solicitamos la 50, sin embargo ya estaba ocupada por algunos algunos miembros del staff de coacheo de Águilas por lo que nos dieron la yarda 40.
En total fuimos 56 los que pudimos entrar al estadio, 56 locos que nos propusimos no callarnos, no dejaríamos de apoyar, puesto que represntabamos a la mejor tribuna del futbol americano colegial y a los mas de 40 mil aficionados, amigos y familiares que habían dejado fuera.
El partido…bueno para qué se los cuento, si ustedes lo vieron mejor que nosotros, porque nuestra chamba era apoyar en cada momento al equipo.
Con un minutos y estando abajo en el marcador, no perdimos la fe, pero para ser sincera, me puse a rezar con el corazón. Mi amiga Leticia dijo que necesitábamos un milagro el cual llegó con menos de 30 segundos. Pase perfecto del comandante Diego al gemelo Omar para hacer la única anotación del partido y la que nos dio el triunfo y la ruptura de una maldición que llevaba nueve años con dos días.
La tribuna saltó, río, agradecimos y hasta lloramos. La banca de los jugadores igual que nosotros corrieron hacia el campo, se abrazaron, era un momento de enorme felicidad. El Huelum estalló y el Goya se calló. Carlos conectó el punto extra y era una diferencia de cuatro puntos, lo cual obligaba a Pumas anotar si quería ganar.
El comandante vino a la tribuna y la saludo en agradecimiento al apoyo y nosotros le respondimos de la misma manera.
La defensiva como todo el partido, se fajó los pantalones, se convirtió en una ‘Muralla Guinda’ porque todo el juego fue meramente defensivo.
Con cinco segundos Pumas mandó un Ave María para intentar el milagro, pero el balón fue bateador por nuestros defensivos.
¡Ganamos!, ganamos, después de nueve años, le ganamos a Pumas en su casa, a puerta cerrada, con sólo 200 aficionados, dentro de los cuales sólo 56 éramos de Águilas Blancas y eso bastó para representar a mas de 40 mil aficionados que no tuvieron nuestra fortuna.
Nos fuimos de ahí no sin antes echar otro Huelum que retumbó en todo el estadio y que quedó impregnado en las gradas de CU, mientras los jugadores de Pumas de quinto año de despedían con lágrimas en los ojos.
Gracias equipo por dejarme vivir ese triunfo en persona y a todo color dentro del Olímpico Universitario.