Tenía 23 años

GROSSETO, IT.- A esa edad, en una práctica conjunta con la Universidad Veracruzana, jugando para los Borregos de Toluca me tacklearon por atrás, al tropezarme, pisé dos veces continuas con mi pierna izquierda, la segunda vez no estaba lista y se luxó, se safó de su lugar, también rotó y por eso, mi femur rompió los 4 ligamentos de mi rodilla, pero eso no era lo peor. Aún había más en la hoja amarillenta que leí en mi historial clínico. Un nervio se había roto y con ello perdía el 90% de movilidad en mi pie izquierdo, ya que las señales de mi cerebro no eran recibidas hasta allá abajo.

Los médicos le dijeron a mis padres que no podría volver a caminar, que sería dependiente de una andadera o de un bastón el resto de mi vida. Cómo podía ser? Apenas tengo 23 años, esto no me puede ni debe estarme ocurriéndome!

Sufrí tres cirugías, en las cuales mis dos piernas quedaron inmóviles debido a que para reparar la pierna izquierda, necesitaron quitarme 9 centímetros de nervio de la derecha.

Perdí 2 años de escuela porque no podía caminar. Con las dos piernas en rehabilitación durante ese tiempo, era totalmente dependiente, pero me levanté, derramé litros de lágrimas y sudor, esfuerzo continuo, no me iba a vencer, quería seguir jugando y lo logré.

No solo volví a jugar, llegué a la selección mexicana en dos deportes diferentes, futbol americano y tocho bandera, además tengo una maestría en mercadotecnia. Esto no hubiera sido posible sin el amor de mi familia, el apoyo de mis amigos y lo más poderoso, la mente y el corazón de un atleta, que no se vence nunca ante la adversidad.

Ahora estoy en Italia, voy a jugar mi segundo campeonato mundial de tocho bandera ante 17 países, tengo 32 años y soy uno de los quarterbacks de la selección mexicana. Hace dos años fuimos cuarto lugar.

Yo, Iván Orozco, era un quarterback corredor, pero a raíz de mis operaciones me dediqué a lanzar más, aprendí a hacerlo con más velocidad y precisión.

Para ser más completo, hay que sentir lo incompletos que podemos ser.