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Football in Depth

La noticia más hablada no tiene nombre.

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No…el hecho de que en 40 minutos el hermano que perdió el Super Bowl le quitará, al hermano que lo ganó, el mejor receptor no solo del equipo sino de toda la post-temporada fue el tema más hablado; tampoco la desafortunada noticia que Percy Harvin tenga una lesión que lo deje fuera la mayoría de la temporada y haga desperdiciar un año de los seis firmados por $67M USD con Seattle pudo desviar la atención; es más, ni siquiera un trade que parecía imposible en donde Tom Brady perdió a su mejor amigo y arma ofensiva y el cual, catapultó a Denver como primeros favoritos a ganar el campeonato ha sido más polémico, en este periodo de la Gran Depresión (término inventado en este preciso momento que alude a los cinco meses sin actividad en la NFL haciendo referencia al estado de ánimo que la mayoría de nosotros sentimos en los huesos pero nos vemos obligados a fingir debido a reglas sociales estrictas) , que enterarnos del estúpido y triste comportamiento de uno de los más de 2,000 jugadores que conforman esta hermosa liga.

¿Por qué? ¿Por qué una liga de $10 mil millones de dólares de ingresos anuales se detiene por completo con una noticia así? ¿Por qué no se detiene igual cuando jugadores como Russell Wilson deciden donar $2,000 USD cada vez que Seattle anoté un touchdown? ¿Por qué lo medios que cubren la NFL de la noche a la mañana se vuelven una combinación patética de CNN, CSI y Chicos Malos?

Cuando este jugador fue arrestado por presunto homicidio una serie de cosas, como consecuencia, inmediatamente sucedieron. Odin Loyd, joven del cual escribo con todo respeto, perdió la vida a sus 27 años de edad; Carlos Ortiz, presunto cómplice y amigo del jugador, fue arrestado y; en cosas menos relevantes, Tom Brady perdió 51 recepciones, 483 yardas y 5 TDs de productividad (2012) y oficialmente se quedó sin sus dos armas más importantes (Gronkowski sigue inactivo por una lesión en la espalda). Mientras tanto, casi simultáneamente ocurrieron dos cosas también, una más desapercibida que otra, que analizándolas nos dicen bastante de nuestro error como fanáticos…de éstas quiero escribir.

No debería de ser la playera mal puesta con la que salió este jugador de su casa la que nos llame la atención cuando vemos las escenas del arresto sino la expresión en su rostro la cual es algo difícil de describir y que solo se asemeja a las que podemos encontrar en hospitales psiquiátricos o películas como Hannibal o Dark Knight (Joker). Esa mirada perdida que reta cualquier cosa que se le ponga enfrente y que invita al odio y la ira que nunca vimos dentro del casco cuando sonreía mientras firmaba autógrafos o hacía su celebración tan peculiar simulando aventar billetes al cielo. ¿Será que cuando se dan estos comportamientos tenemos casos de doble personalidad? Si no es eso, ¿cómo fue posible que la organización que se jacta de ser la más disciplinada en la liga jamás se diera cuenta de esta propensión a la violencia por parte del jugador? En fin, dejando a un lado el tema extenso de los orígenes sociales de la mayoría de los jugadores y de lo complicado que es para ellos separarse de sus raíces cuando, en sus ojos, solamente gracias a ellas tienen éxito (esto lo podemos tratar ahora que PacMan Jones regrese a la liga y sea arrestado otra vez); es importante entender el sentido de superioridad, invencibilidad e IMBECILIDAD que provoca este deporte en su sistema máximo de competencia; la NFL.

En el 2010 tuve la fortuna de organizar un taller en conjunto con la NFL para jugadores retirados. En el taller se trataron todos los temas que un jugador afronta a su retiro. Desde impactos económicos hasta familiares fueron parte fundamental de las pláticas. No hay experiencia que más recuerde de dicho evento que las dos respuestas que TODOS los exjugadores dieron cuando se les pregunto qué era lo que más extrañaban de jugar: 1. El Locker Room, los amigos y los coaches. 2. La constancia exigencia de poner al límite nuestro valor, hombría y coraje y el sentido de superioridad que se obtiene cuando se vence a alguien. ¡Wow! El primero es obvio, el segundo…nos parece serlo pero es difícil de entender. No hay deporte en equipo que base su éxito en un desgaste físico y mental similar al del Football Americano. Como principio, el éxito en este deporte siempre se obtiene de ser más fuerte física y mentalmente que la persona que está enfrente de nosotros. Lo único que se asemeja son las artes marciales pero la diferencia primordial con estas, además de no ser en equipo, es que como su nombre lo indica, son artes y el trabajo con la mente y autocontrol va mucho antes que cualquier uso de la fuerza. Desgraciadamente, no todos los jugadores poseen de la misma educación y entendimiento de este efecto psicológico por jugar a estos niveles (entiéndase niveles como fama y dinero), he de ahí las miradas perdidas que reflejan la “superioridad” que el cerebro ha creado como resultado de…romper tacleadas.

Ese fue un acontecimiento, pero el segundo es el más intrigante.  Lo que hizo Robert Kraft, dueño de los Patriots, no tiene precedente; no solo desde el punto de vista que jamás se habían intercambiado jerseys de jugadores expulsados incurriendo en pérdidas monetarias significativas, sino también, desde el punto de vista de la profunda intención con la que esto se hizo. Podremos pensar que fue solamente un movimiento brillante de relaciones públicas por parte del equipo, pero no, pues aunque claramente lo fue, lo más importante fue el desprendimiento del nombre y apellido de un simple jugador de unos colores que siempre han representado mucho más que eso, pero que con el tiempo y la manera en la que se ha hecho de esto un negocio inmenso, tendemos a olvidarlo. Pensémoslo bien, intercambiar una playera por otra, al final eso es y eso SIEMPRE ha sido (bastante caras por cierto). Créanme que lo está escribiendo alguien que no ha logrado entender eso completamente y que contempla el jersey de Steve Young como si fuera su smoking de boda (Sarcasmo Alert!). Créanme que lo escribo porque muy en el fondo tenemos que entender que las personas que nos hacen mágicos los domingos poseen más cualidades además de sus talentos para recibir o lanzar un balón, pero NO conocemos cuales éstas sean y JAMAS lo haremos. Duele…se perfectamente cuanto duele y lo entendí con el tiempo y trabajo que me tomó para escribir esto, pero esta es la realidad; detrás de un casco, un tamaño impresionante y una relación velocidad-fuerza que todos soñamos tener, sigue habiendo un ser humano tan similar al que se sienta en las gradas que puede cometer errores inhumanos igual a éste, reitero; IGUAL A ESTE.

Ahora que termina la Gran Depresión, ésta es una invitación a amar los colores  de cualquiera que sea su equipo (hasta los Jets) con la misma pasión con la que lo hacemos todos los años, es también una invitación a intentar no querer ver más allá de los cascos; pero más importante, es un recordatorio que el deporte que a todos nos llena de vida, es mucho más grande que cualquier persona…más grande que cualquier nombre.

LET THE SEASON BEGINS (AND LIFE!)