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De Tocho

Lo que aprendimos de la ronda divisional por @DeTocho_mx

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Hay quienes definen la ronda divisional de los playoffs como el fin de semana con mejor football en todo el año. De acuerdo a lo vivido los pasados días, solo me queda darles la razón y las gracias.

Bueno, no muuuchas gracias.

Es que ahora, con tantas cosas de qué hablar, me sacaron de mi formato habitual de blogueo. No hay forma en que mande algunas de las cosas vistas, vividas y pensadas a solo tres o cuatro líneas. Ahora tendremos que hacerlo en cuatro cuartos.

A ver si no se me ocurre algo más y terminamos en tiempo extra.

No perdamos más el tiempo, que ustedes son personas ocupadas. Quisiera poder decir lo mismo de mi, pero ya saben que no me gusta mentirles.

PRIMER CUARTO  

Vamos en orden cronológico. Y es que el primer juego nos ha dejado mucho de qué hablar.

Sin demeritar lo hecho por Baltimore en esta ocasión, me parece que Denver eligió no ganar este juego. No me pregunten porqué, pregúntenselo a John Fox, el debería saberlo, a fin de cuentas, él tomó las decisiones para que así luciera.

En verdad, de no haber sido por los dos touchdowns en equipos especiales, el juego no hubiera estado ni siquera cerca. Y de la secundaria de los Broncos, ¿qué decir? Bueno, más bien ¿qué decir que no suene a broma? Nada.

Pero las decisiones de John Fox van más allá de hincarse hacia el final del tiempo regular, empiezan hacia el final de la primera mitad, cuando decide intentar un gol de campo de 52 yardas. ¿Odia a Matt Prater? O ¿cómo fue que decidió que era una buena idea que su pateador le pegara a lo que con el frío era una auténtica roca? Obviamente, Prater falló, y Flacco les responde con pase de 32 yardas a Champ Bailey, digo a Torrey Smith.

En el tercer cuarto, el mismo Fox mató dos series ofensivas al ir en tercera oportunidad con Jacob Hester, no con el pasador más prolífico estadísticamente en la historia de la Liga, un tal Peyton Manning, no, es mucho mejor idea ir con Jacob Hester.

Mejor aún, su 4 minute drive, con la necesidad de hacer dos primeros y diez para ponerle fin al juego y a la carrera de Ray Lewis, decide volverle a quitar el balón de las manos a Manning. Brillante.

Al final del día, perdieron por una intercepción a Manning, pero es una derrota que al menos tiene sentido, vives y mueres con el balón en las manos de tu mejor hombre, no en las de Jacob Hester.  ¿O qué pasó Fox? La intercepción en el primer cuarto te quitó toda confianza en Manning? Si es el caso, no tienes nada que hacer coacheando a uno de los grandes de la historia.

Y en lo referente a Baltimore, mis respetos. Me levanto de pie, me quito el sombrero y les hago reverencia. Un equipo bien coacheado, veterano, que nunca entró en pánico y con mucho, mucho corazón.

Comienzo a creer que el retiro de Lewis los puede llevar aún más lejos.

SEGUNDO CUARTO

El segundo juego, en el que todos teníamos puesta la mira. Fue, tal vez, el menos parejo de todos. La experiencia de los Packers y la espinita clavada de Aaron Rodgers le sirvieron para bendita sea la cosa. Al final del día, quedaron con la cara al sol, rendidos ante la nueva sensación de la NFL, The Kap.

Hace unos meses, cuando Jim Harbaugh tomó la decisión de sentar a Alex Smith, y darle la oportunidad al inexperto Colin Kaepernick, comentaba que no sabía si era la decisión correcta, pero que al menos agradecía la congruencia en el coach, quien se había aferrado a su decisión pese a que Smith había perdido la titularidad por lesión. Ahora, yo y todos sabemos que tomó la decisión correcta.

San Francisco necesitaba un empujón, un factor X que los llevara a dar ese paso extra y Kaepernick les viene a dar eso y mucho más. Al fin de cuenta, no queda más que preguntarle a los Packers si el muchacho es de verdad. Nos responderán cuando lo alcancen.

Kaepernick tiene el brazo, las piernas, la actitud y hasta el apodo. Es el paquete completo, tal vez no está finalizado ni pulido, pero ha mostrado todas las condiciones para serlo. Por lo pronto, ya igualó lo hecho por Smith el año pasado, pero creo que nadie en San Francisco está conforme con eso. Es Nueva Orleans o fracaso para los Niners y mucha de esa responsabilidad recae en The Kap.

¿Es inexperto? Si. ¿Aprieta muy pronto el acelerador? Si. ¿Por momentos confía demasiado en su brazo? Si. ¿A quién le importa? A nadie. Es un show ver jugar al muchacho. Déjenlo hacer lo que quiera, al fin de cuentas, tiene el equipo, el personal y el coach para salirse con la suya en uno o dos errores.

Tiene mucho que aprender, pero también mucho que enseñar. Por lo pronto no nos queda más que disfrutar a esta nueva generación de pasadores que no solo tienen el brazo o las piernas, tienen la mentalidad y la actitud correcta.

Por lo pronto, el despunte de Kapernick, no hace mas que legitimar la brillante y precoz historia de Harbaugh como coach, y de Trent Baalke como gerente general, para muestra, su primer draft, si, el del año pasado, con una primera selección tomaron a Aldon Smith y ya todos sabemos como acabó eso. Y el segundo pick fue para Kaepernick.

Así es como se construye una franquicia ganadora.

TERCER CUARTO

Wow. Wow. Wow.

En verdad, si alguien dijo otra cosa al término del partido entre Seattle y Atlanta entonces tiene un vocabulario mucho más amplio que el mio.

Este juego, no tengo la menor duda, pasa automáticamente al panteón de esos grandes partidos de playoffs. Si, ahí al lado de The Catch, The Catch II, The Fumble y el Tuck Rule Game. A este yo le pondría The Legacy.

Y es que en 31 segundos, Matt Ryan le dio la vuelta a su legado. Cuando comenzaban a aparecer las bromas de Failcons y Can´t Ryan, el pasador de Atlanta demostró que no se necesita ni un momento para sacudirse una etiqueta que construyó a lo largo de una laureada trayectoria colegial y una no menos exitosa carrera profesional… hasta que llegaban los playoffs.

Ya no más. Ryan, con dos latigazos del portentoso brazo derecho, se quitó ese estigma. Dos latigazos que vienen acompañados de mucha distracción, de una desconcentración total de una defensa que pensó que el trabajo se había hecho 31 segundos antes, cuando Russell Wilson y la ofensiva habían coronado lo que parecía ser la remontada final.

El punto no son las facilidades de la defensa en momentos de apremios, el punto es el carácter y la confiada que Ryan nos mostró por primera vez en estas instancias. 41 yardas en 31 segundos. No es nada que Ryan no hubiera hecho antes, incluso lo hizo un par de veces antes en esta misma campaña. Pero jamás lo había hecho en playoffs.

Ese es parte de The Legacy.

Por el otro lado, si a Ryan le tomó 31 segundos cambiar su legado, entonces a Russell Wilson le tomó los otros 14:29 del cuarto construir el suyo. Y es que al muchacho Wilson le sobra lo que le faltaron a miles de viajantes del metro en el DF el domingo anterior: Pantalones. El muchacho mostró cosas que simplemente no habíamos visto antes. Un liderazgo, unas ganas de competir, de mantener a todo el equipo enfocado, en la misma página y sin perder de vista el objetivo. La derrota nunca fue una opción para Wilson.

Creo que lo que habla más del chamaco sucedió el lunes, cuando se abrieron las instalaciones del CenturyLink field a la prensa por última vez en la campaña y nadie encontró a Wilson. Estaba analizando videos.

Eso también viene a ser parte de The Legacy.

Cuarto cuarto

La semana pasada, aventé lo que para muchos de ustedes fue una carretonada de estiércol sobre Mike Shanahan por irresponsable, jugando con el futuro de una de las jóvenes estrellas de la Liga como lo es Robert Griffin III.

Viendo lo sucedido a Rob Gronkowski el domingo pasado, no me queda más opción que repetirlo. Y tratándose de Belichick, lo hago con gusto. Así que ya saben, si no les gusta como huele el estiércol, están advertidos.

El pasado 20 de noviembre, escribí una pieza en la que criticaba con todo a Belichick y su soberbia, que le habían costado a una de sus mejores armas, Gronkowski, al momento de lesionarse en el ocaso de una paliza de 59-24.

Vaya karma el que tiene el monje, le volvió a pasar.

Gronkowski, quien fue apresurado en su retorno, no tenía nada que hacer en el terreno de juego. No estaba al 100 por ciento, mismo caso que con RGIII la semana pasada. Pero a diferencia de los Skins, los Patriotas no tenían necesidad de apresurar a Gronk.

Durante la ausencia del estelar ala cerrada, los Pats no sufrieron más que en un par de juegos, y ante Houston no había sido el caso, ni en el primero, de campaña regular, ni en lo que se había vivido del partido  de playoffs.

Pero en la infinita sapiencia de Belichick, quiso ver en el emparrillado a Roberto, quien en un pase un poco fuera de la mira de Tom Brady se volvió a romper el antebrazo. Bye Bye, Bob.

Gronkowski no volverá a atrapar un balón esta campaña, eso está garantizado y como diría un grupo norteño: ¿Y todo para qué? Para que los Patriotas no lo necesitaran, para no darle el tiempo requerido a su completa recuperación.

Ahora se vienen los dos juegos más importantes de la campaña y una de las mejores opciones en la ofensiva de los Pats no está disponible.

Bien hecho, Bill.